20 diciembre, 2006

ZOUNT

Existe una coordillera en forma de cruz
donde se encuentra la frontera de los gigantes,
la punta de occidente la elegida por ellos
para la construcción de un torres.

El mundo tambaleaba,
el dolor era el Señor,
y los Pilares del Norte
habían sido derrumbados.
La unica esperanza consistía
en detener el Mundo Superior
con otra torre,
una tan grande que llegara al cielo.

Krônte murió en pelea con Izilme,
pero antes mató al rey de gigantes,
Zounteo se llamaba en noble
y su cuerpo permanece en la hundida Ätlaz.

Tomaron la piel del dragón
y con ella revistieron los muros.
Y la torre se eleva más y más.
Pero el trabajo no quedó listo
porque los Kintz poderosos
con su fuerza partieron el mundo
y llevaron con sigo a las criaturas
incluyendo la noble casa de los Kuztoreanoz.

La torre allí está,
gobernando el valle,
y lso dioses la admiran,
y los mortales le temen.
Fue hecha por gigantes
y en su honor recibe un nombre:
Zount, para recordar al rey.

Y los magos forjan su hogar a su alrededor.
Y los Kärtoz huyen de ella.
Y los Lûmvoz la respetan.
Y los Hombres envidian su poder.
Y el tiempo dirá cuando llegue su fin.

13 diciembre, 2006

Los Sueños de Yaznäm (Prólogo)

- Puedo ver a un hombre blandir la espada y destruir con ella las montañas… ¿Hay una respuesta a ello, padre? –la joven hechicera había despertado alarmada frente a su sueño, inmediatamente buscó una respuesta con su padre.
- Las guerras se intensifican, los hombres constantemente están hambrientos de sangre. Pero en Môngul la guerra no entrará. Sois pequeña aún, no debes pensar en lo que hay afuera de nuestras fronteras, no ahora.
Al día siguiente la pequeña Yaznäm recurriría nuevamente a su padre para calmar la ansiedad que sus sueños provocaban en ella con mayor insistencia. Zuzpôin era el mago representante de Môngul, la región más bella, quizá, de la Tierra Conocida. Era un mago con muchos años, más que cualquier otro. Él procuraba calmar a su joven hija, Yaznäm, una hechicera adorada por un padre triste que tenía como único consuelo a sus dos hijas tras morir su esposa. Yanĩa y ella lo eran todo para el viejo Zuzpôin.
La historia de su raza la había venido contando desde el nacimiento de Yaznäm a través de sus sueños. Era su don y maldición. Al tener dieciséis años las visiones aparecieron con más frecuencia y comenzaron a mostrarle cosas que muchos ignoraban. Al principio fue un juego para ella, sin embargo, pronto supo que eran algo más, sabía que la paz de los Mänðirlz terminaría. Fue esa imagen lo que la hizo tener miedo. Dos años más tarde observó una espada y un águila, entonces habló:
- …La espada es grande, llena de incrustaciones preciosas, en su hoja lleva grabados algunos caracteres que desconozco. Iba en las garras de un águila de enormes proporciones que ceñía una corona. Y llovía, sin embargo, el brillo de la luna iluminaba todo.
- Hiciste bien al hablar conmigo. Lo que dices al parecer se refiere a una antigua profecía. Tal vez tú… pero hablaremos luego, ahora debo ir inmediatamente al Gremio.

- Tu hija posee los dones de su familia –habló el sabio Meniër-. Al fin y al cabo desciende de los dioses. La Madre Vĩkxu ha sido muy noble con ella. Prepárala, pues debe formar parte en este concilio.
- ¿Es todo lo que debe hacerse? –inquirió Maelûm.
- Todo por ahora, todavía es muy chica. Más atención prestemos a la revelación de la joven.
- Ningún registro en Zount –intervino Zuzpôin- hace referencia al Águila, en cuanto a la espada… La descripción de mi hija dista de la descrita en los pergaminos, aunque es posible que se trate de la misma.
- Si esa espada aparece querrá decir que malos tiempos se acercan.
- Que otra guerra nos envolverá.
- O tal vez… ¡un Kint!
- Eso sería terrible, un Kint no puede ser. Fueron encerrados hace mucho y Kĩrar ha muerto.
- Calma –pidió Meniër al tiempo que se levantaba-, precipitarnos ahora causará más daños que su llegada. Hay que esperar, hay que esperar…

La princesa fue instruida por los mejores hechiceros del Gremio. Pronto fue superior en poder y conocimiento a su hermana. Las viejas leyendas y profecías tenían para ella muchos significados y en cada una de ellas encontraba un motivo para ser mejor.
Su capacidad hizo de ella una mujer orgullosa de sí misma, a veces egoísta, otras arrogante y vanidosa, pero sin importar cuan grandiosa fuera, su carácter llegó a ser tan fuerte que no hubo Mänðirl que no la respetara, además había heredado la belleza de su madre.
Los años fueron pasando sin que nada perturbara la vida de los magos, nada de importancia, pero lo cierto era que poco a poco lo que Yaznäm contara de pequeña comenzaba a ocurrir. Mas una noche sucedió algo fuera de lo normal: en el cielo se vio una estrella fugaz. Al alboroto despertado por el suceso siguieron otras dos estrellas que cayeron con difrencia de horas. Esa noche durmió y a la mañana siguiente el sueño estaba completo:
- Veo brillar una espada tanto como el sol, la espada de un Dios que proclama venganza. El regreso de Tûrar está próximo porque ya la tierra se ha infectado y debe ser sanada. Hoy más que nunca las guerras abundan, pero se acerca ya una que ha de involucrar a los Grandes…
- Ezpäizioroum pelea ahora, hija –dijo Zuzpôin–. ¿Qué otros habrán de luchar que no estén involucrados ya? Tal parece que debieras descansar.
- No, padre. Hay algo más que no veo con claridad, algo proveniente del norte… Venganza, eso veo en mis sueños. Está Tûrar antes de ella y antes de él mucha muerte. No quiero dormir, me atormentan estas pesadillas. Incluso me veo a mí misma y a mi lado veo…
- Tú posees el don de la clarividencia, de ver aquello que no ha sucedido; te encuentras más allá del dominio de aquél que nació primero, pero eso también te ata a la tierra llena de dolor. ¡Si yo pudiera librarte de todo esto!
Mas el hecho de pronunciar el nombre de Tûrar despertó el interés en aquellos que se encontraban presentes. Esa noche los sabios se reunieron a discutir lo que la hechicera dijera a su padre y la noticia corrió por todo Môngul sin dejar rincón alguno libre de semejante nueva.
- Zĩmðarol resguarda bien la puerta –continuó diciendo Zuzpôin–, él será el primero en avisar si algo sucede. Descansa ya, hija, yo siempre estaré aquí a tu lado… sabes que jamás permitiría al mal atacarte, aunque en ello lleve mi vida… Ya es momento de que seas parte del Gremio.
- Pero yo no quiero estar allí, así sólo conseguiré atormentar más mi alma.
- Has sido elegida, Yaznäm. No todos pueden ver lo que tú ves, no todos son tan grandiosos como mi hija.
- No estoy preparada. Ya habrá un tiempo para mí, pero aún está lejano… Siempre has dicho que confíe en mí, te pido que tú también lo hagas y me permitas ser libre. Un día seré yo la que recurra al Gremio, entonces mi destino será completado. Pero ahora debo permanecer aquí, al lado de Yanĩa y mis hermanos hechiceros.
- Tu voluntad es grande, así lo es tu poder. No equivoques tus pasos, sólo eso te pido.

Los Mänðirlz conocían mejor las historias antiguas que los Hombres debido a que éstos últimos dejaron de creer en la magia, en los sueños, en la vida, y sólo se concentraban en luchar entre ellos. Las grandes hazañas no eran más que cuentos imposibles, muy rara vez interesantes para aquella población que gobernaba Môrvel.
Por eso la leyenda de Tûrar les era desconocida, aunque anhelada para los magos que contaban los días de su regreso. Tûrar era, pues, no sólo un antiguo héroe, sino aquél que trajo consigo la estabilidad a los reinos de magos y muchos otros, alguien cuyo conocimiento sobrepasaba al de los más sabios, pues sabio era él, el hijo mismo de los Cuatro Grandes, los Dioses creadores del mundo. Era un guerrero portentoso que juró volver cuando los problemas renacieran en la tierra. Tres veces se dice que volvió, aunque nadie está seguro de ello. Mas los tiempos comenzaban a empeorar nuevamente… no había duda, las palabras de Yaznäm podrían ser ciertas.
Pero la leyenda de Tûrar no sólo cautivaba a los Hechiceros más sabios, sino que dentro del corazón de la princesa se formaba algo que solamente ella conocía y con los días aumentaba. Sus sueños la mostraban al lado de él, eso le provocaba orgullo y a la vez temor, pues en los días antiguos fue Izĩlme quien se encontraba junto al guerrero. Por ello, la hechicera se mantuvo apartada de los ojos de otros para dedicar su tiempo a imaginar aquel regreso, y las consecuencias que éste trajera.
Día tras día la princesa soñaba y los sueños revelaban más de lo que esperaba. Transcurrieron varios años antes de que pudiera sentirse tranquila, antes de que la catástrofe tan esperada comenzara y destruyera aquello construido por los buenos seres. Y cuando todo hubo cambiado y la muerte se acercó a aquellos que la rodeaban ella lloró más que nunca, pero jamás dejó de soñar.
NOTA: Este es el prólogo de El Resurgir de la Noche, título que lleva la obra (en proceso) de este pobre trotamundo que ha ido desde el Nĩðyeim hasta el Nĩfyeim en busca de leyendas, cantos y mitos que hablen de la vida en Mĩvel: El Mundo de la Gota.

Cantos a la muerte de Vintrëza

I

Al término de la roja lluvia
las aves retornan a nidar
los escasos árboles muertos;
poblarán la tierra y los cielos
abandonados por la terrible destrucción.
Renacen las bellas criaturas
que olvidan su pasado moribundo.
El anegado valle recobra
el color y la vida anterior:
crecen las flores en tu tumba, Vintrëza.

Se han sembrado los cuerpos
para alimentar las bestias carroñeras del yermo.
Derramaron su vida los hombres,
los Poderosos lamentan
la muerte de su hijos finales;
los Grandes cobijo darán
a los elegidos en batalla:
¡cruel fin les diste, Vintrëza!,
amiga de bosque y ríos;
pero te has ido también.

En tu honor cantarán gestas
y la voz se elevará hasta el cielo
donde ya otros moran.
Danzaremos por Vintrëza
y gozaremos nuestra partida.
Los niños ya juega renovados,
los ancianos duermen con placidez;
pronto también nosotros disfrutaremos
las delicias en Mĩdyeim hermoso
donde ahora todo es paz.

Nadie olvidará la caída de Vintrëza,
Blanca Dama de Äiront,
pues orgullo de Nĩal eres,
doncella con la Voz del Viento.

Tú que venciste a los hombre,
tú que derrotaste viles Kärtoz,
tú que dominaste a los No-muertos,
tú que portaste orgullosa la espada Kandûrl,
tú amante de Ĩrlazt, de Närahal hijo,
danos la gloria que alcanzaste.

20 noviembre, 2006

EL PANTEÓN DIVINO

Yælkz y Lëyalk, los Padres Universales, tuvieron un hijo al que llamaron Onfĩnxæt, El Pez Mayor. Luego vino al mundo su segundo y más poderoso retoño, al que confiaron un poder excesivo. Posteriormente tuvieron cuatro hijos más: Fûlkarp, Señor del Fuego; Närahal, Señor del Agua; Akĩx, Señora de la Tierra y Nĩal, Señor del Viento; a ellos se les llamó los Cuatro Grandes. Entonces acaeció que Onfĩnxæt fue asesinado por su hermano, por eso los Cuatro Grandes maldijeron el nombre del segundo y no se menciona en ningún lugar y a cambio lo llamaron Nêktôkk, Señor del Tiempo y la Mortalidad, pues con su gran poder los ató a todos a sus designios y los hizo mortales, incluidos los Padres Universales. Después de eso la descendencia de Yælkz se dividió en dos ramas, la primera fueron los hijos de Nêktôkk; la segunda para los Cuatro Grandes.
De la descendencia de los Kintz:

Ĩnðal: Dios del sufrimiento
Aûzprix: Dios de las Tinieblas
Vĩkxu: Diosa del Amor y la Belleza
Mĩnðarl: Dios de la Locura
Ärtum: Dios de la Incertidumbre
Erëngil: Dios de la Sabiduría
Ûlral: Dios Creador
Ûrlrak: Dios de la Guerra
Yazûan: Diosa de la Fertilidad
Fûniz: Diosa del Alimento
Änñu: Dios de la Dualidad
Häna: Diosa de la Vida
Xan: Diosa de la Muerte (El Sol Amarillo)
Lôrðu: Dios de la Carne
Näil: Dios de las Mentiras
Ûran: Dios del Miedo
De la descendencia de los Cuatro Grandes:

Fûlkarp: Dios del Fuego
Avôp: Dios de la Reencarnación (El Sol Rojo)
Tzäkol: Diosa Creadora
Tvĩtol: Dios Formador
Väkavz: Dioses Sostenedores del Nĩfheim (El Mundo Inferior)
Xôlot: Dios de las Estrellas
Hzämna: Diosa de las Almas
Nôir: Dios Jaguar (El Poder, la Victoria)
Altërian: Diosa del Valor
Aĩvor: Dios de la Roca
Närahal: Dios del Agua
Kôlðer: Dios del Frío
Ðûrrai: Diosa de la Adivinación
Ĩkotx: Dios Oso Polar (La resistencia)
Tûrar: Dios del Destino
Zatĩne: Diosa de las Gemas
Akĩx: Diosa de la Tierra
Nôvar: Dios de la Fuerza
Älmut: Dios Mensajero
Ketzächi: Dios de las Flores
Inûrlant: Dios Lobo (La Vejez, la Sabiduría)
Nĩal: Dios del Viento
Eĩtal: Diosa de la Luna (Luna Plateada)
Aûzpin: Dios de las Letras
Aĩrn: Dios de las Aves

Otros seres de mucha importancia:

Zirélez: Sirvientes de los dioses
Vranvlänez: Guerreros Blancos (Los Soldados de los Dioses)
Ðaräntia: La que Defiende las Torres
Kräzka: El Primer Dragón
Izĩlme: La que Sostiene el Mundo
Izplôti: Dragón Plateado
Korpĩrnu: El Primer Unicornio
Vorëva: La que descansa en la Nieve
Zountëo: El que dormita en el mar (Rey de los Kuztôreanoz)
Ĩmvarl: El Devorador del Frío (Primer rey de los Lûmvoz exiliados)
Zuzpôin: Pastor de la Magia
Fërich: Señor del Bosque
Vintrëza: Voz del Viento

11 noviembre, 2006

CANTO A LA MUERTE DE VINTREZA

Hoy duerme tranquila en lo profundo del cielo,
antaño combatió todo mal presente,
antiguo o nuevo y venció.
La vida hizo de ella la más bella de Mível,
y la vida fue su esencia principal.
Ya duerme la noble Vintrëza,
reina de los mares y el viento .

Descansa ya, Dulce Dama,
hermosa como ninguna.
El mundo gira a tus pies y llora por tu ausencia.
Bella la voz, bella la mujer, pura y delicada,
llena de verdad y dulzura nunca vistas por los hombres.

El tiempo va, el tiempo sigue, no descansa;
el tiempo grita Vintrëza antes de marchar.
El bosque se ha secado y las aguas se evaporan.
Pronto el mundo morirá por ti, como tú lo hiciste por él.
Pero canta, canta Voz del Viento,
cántale al mundo cada vez más fuerte y di Vintrëza.

14 octubre, 2006

KÄZTIN OVËRÐI (El Castillo de Acero IV)

IV
La Nación del Bosque

La gesta recuerda al hombre,
hay que cantar,
que salvó a todo un pueblo:
una nación nacerá.

Fërich era el hermano mayor,
de fuertes brazos y sonrisa agradable.
Fërnit nació segundo,
inteligente y honrado,
el más noble de todos.
Fëriat, el más chico, compensó
su edad con valentía en el combate.

La gesta recuerda al hombre,
hay que cantar,
que salvó a todo un pueblo:
una nación nacerá.


De los tres hermanos sólo
Fërich salvó la vida en la batalla
librada al margen del río.
Aquella noche veló los nobles cuerpos
de los reyes fenecidos y los soldados
que viajaron al Mundo Superior.

La gesta recuerda al hombre,
hay que cantar,
que salvó a todo un pueblo:
una nación nacerá.


Al día siguiente reunió a los tres pueblos
para formar uno sólo.
Eligió como casa aquel gran castillo.
Tomó para sí el bosque,
pues mucho le había ayudado en la victoria,
y extendió sus dominios
más allá del Valle Oscuro del sur.

La gesta recuerda al hombre,
hay que cantar,
que salvó a todo un pueblo:
una nación nacerá.


A la nación le llamaron
pĩal woulði ovërði,
El País del Bosque de Acero,
y fue el más hermoso y magnífico
que los Hombres han podido crear,
porque unieron su amor a la vida
con el amor a los árboles en armonía.

La gesta recuerda al hombre,
hay que cantar,
que salvó a todo un pueblo:
una nación nacerá.

Todas las tardes del verano
el rey salía al pasear por el bosque,
tanto quería a su tierra,
y se extraviaba por los senderos
de hojas hasta encontrar
con la aurora el camino de vuelta
a su casa. Nada temía ahora.

La gesta recuerda al hombre,
hay que cantar,
que salvó a todo un pueblo:
una nación nacerá.

Su canto se oía entre las ramas,
su gente dormía en los troncos,
la corte Ferĩchka vivía en euforia
continua al danzar al lado de duendes y hadas.

La gesta recuerda al hombre,
hay que cantar,
que salvó a todo un pueblo:
una nación nacerá.

Cincuenta años reinó allí Fërich
hasta que los años alcanzaron
su alma y murió. Su cuerpo fue enterrado
en el centro del bosque para
que desde allí pudiera protegerlo
de seres malvados que quisieran
apoderarse de los suyos.

La gesta recuerda al hombre,
hay que cantar,
que salvó a todo un pueblo:
una nación nacerá.


El Bosque de Fërich recibe su nombre
del benévolo rey que tanto amó un pueblo.
Y la conquista del bosque
y la creación del Castillo de Acero
son las más grandes hazañas
que se puedan contar de la época
en que los mortales combatían al lado
de los Descendientes de los Cuatro Grandes.

Alguien salió
al bosque a cazar,
nadie lo vio:
se puso a cantar.

El monarca está alegre
se puso a cantar,
felices todos ya son:
a salvo están.

Han sobrevivido el embate,
el ejemplo dan
de la resistencia humana.
Hay que cantar.

La gesta recuerda al hombre,
hay que cantar,
que salvó a todo un pueblo:
una nación nacerá.

07 octubre, 2006

KÄZTIN OVËRÐI (El Castillo de Acero III)

III
La Gloria Alcanzada

Han sobrevivido el embate,
el ejemplo dan
de la resistencia humana.
Hay que cantar.

Se ha enviado el mensaje al Rey Fërich
para que reúna a sus hombres
y viaje a occidente a ayudar
al hermano que herido se encuentra.
En el Bosque lo espera el puñado de gente
que por un año ha logrado sobrevivir

Han sobrevivido el embate,
el ejemplo dan
de la resistencia humana.
Hay que cantar.


¡Salgan los espadas a combatir
porque la noche se aleja
dejando el campo cubierto
por miles de seres deformes!
¡Salgan guerreros fernĩkaz,
aún hay sangre por derramar!

Han sobrevivido el embate,
el ejemplo dan
de la resistencia humana.
Hay que cantar.


¡Vengan los jóvenes de fuertes brazos
a portar el casco y llevar la lanza,
los niños a los muros vayan!
Mientras las mujeres atentas estén
a las flechas incendiarias
o los hogares se quemarán.
¡Griten el canto de muerte,
ahora es tiempo de alcanzar
la inmortalidad, el favor de los Dioses!

Han sobrevivido el embate,
el ejemplo dan
de la resistencia humana.
Hay que cantar.


Cien son los hombres que combaten
al frente del Castillo de Acero
para proteger a los suyos.
Cien más un grupo de niños
dispuestos a morir con valor.
Cien los que luchan contra el ejército
que invade destruyéndolo todo.

Han sobrevivido el embate,
el ejemplo dan
de la resistencia humana.
Hay que cantar.


En la lucha muere el rey Fërnit,
su hijo Ferĩando el valiente,
que con quince años mató a treinta soldados,
los duques Nutërvat y Remĩndrel,
los hermanos gemelos…
de los cien quedan treinta.

Han sobrevivido el embate,
el ejemplo dan
de la resistencia humana.
Hay que cantar.


El olifante se escucha cercano
con el alba del segundo día,
y la aurora revela al ejército
que Fërich trajo consigo:
por miles se cuentan los guerreros.
Acompaña a éste el hermano menor,
Fëriat, por honor a la familia.

Han sobrevivido el embate,
el ejemplo dan
de la resistencia humana.
Hay que cantar.


Los caballeros rompen la fila enemiga
y los Hombre-murciélagos huyen,
se pierden en el Bosque,
otros se ahogan en el Río.
Gloriosa es la victoria alcanzada
por Fërnit y los suyos.
Agoniza y muere junto a sus hermanos:
Fërich erige un túmulo para él
y los hombres caídos.

Han sobrevivido el embate,
el ejemplo dan
de la resistencia humana.
Hay que cantar.


La gesta recuerda al hombre,
hay que cantar,
que salvó a todo un pueblo:
una nación nacerá.

03 octubre, 2006

KÄZTIN OVËRÐI (El Castillo de Acero II)

II
La Creación de la Fortaleza

El monarca está alegre
se puso a cantar,
felices todos ya son:
a salvo están.

Han subido con los niños en brazos
y la espalda destrozada
por el peso de la lluvia
que cae desde el Mar de Estrellas
cuando lloran los Dioses.

El monarca está alegre
se puso a cantar,
felices todos ya son:
a salvo están.


En la noche una hoguera gobierna
el bosque y el Río Numôn,
ni medio pueblo logró salvarse
y las almas de los muertos
son enviadas al Mĩdheim
encomendándolas a Fûlkarp.

El monarca está alegre
se puso a cantar,
felices todos ya son:
a salvo están.


Con la fuerza de sus brazos
mueven la roca y la ordenan
hasta crear poderosos muros,
tan fuertes como si Nôvar mismo
los hubiese hecho con su poder.
Otro ataque no temen arrinconándose.

El monarca está alegre
se puso a cantar,
felices todos ya son:
a salvo están.


El bosque proporciona sus casas,
el río su alimento y la tierra su corazón.
Las armas de los suyos son fundidas
para revestir los muros
y unirlos con argamasa indestructible.
Terrible es su labor diaria
mientras los niños asoman las cabezas
en espera de los "demonios".

El monarca está alegre
se puso a cantar,
felices todos ya son:
a salvo están.


El Castillo hecho de acero está listo,
los difuntos serán sus protectores,
y brillará desde las alturas
para demostrar al mundo
la unión del Hombre con la Naturaleza
hasta que los tiempos cambien
y los corazones se corrompan de nuevo.

El monarca está alegre
se puso a cantar,
felices todos ya son:
a salvo están.


El tiempo sigue su curso mortífero
y las estaciones regresan
con el derramamiento de más sangre,
los arroyos se tornan escarlatas:
pronto volverán a atacar
los Hombre-murciélagos
que no han saciado su sed.

El monarca está alegre
se puso a cantar,
felices todos ya son:
a salvo están.


Cien guerreros defienden la fortaleza,
cien soldados que se salvaron de la catástrofe
para enfrentarse a una peor:
la ira de aquellos que envidian
la armonía de los otros.

El monarca está alegre
se puso a cantar,
felices todos ya son:
a salvo están.


Han sobrevivido el embate,
el ejemplo dan
de la resistencia humana.
Hay que cantar.

29 septiembre, 2006

KÄZTIN OVËRÐI (El Castillo de Acero I)

I
La Derrota del Rey


Alguien salió
al bosque a cazar,
nadie lo vio:
se puso a cantar.

Portando el Escudo de Fërich,
con su larga barba partida,
el rey de la corte Fernĩka
con sus huestes marcha a occidente
desea un hogar para la gente
que confió en él al coronarlo.

Alguien salió
al bosque a cazar,
nadie lo vio:
se puso a cantar.

En el cruce de ríos dormía
resguardado por su tienda
cuando los hombres deformes
masacraron a su pueblo.
Ha huido, se encuentra diezmado,
penetra en el bosque solo.

Alguien salió
al bosque a cazar,
nadie lo vio:
se puso a cantar.


Su imagen es perseguida
por sombras diabólicas, son muchas,
que pretenden matarle.
Pero el rey valiente las enfrenta
hasta desfallecer bajo niebla.
Piensa en los suyos al despertar:
los cristales bajan raudos por la mejilla.

Alguien salió
al bosque a cazar,
nadie lo vio:
se puso a cantar.


Se encuentra entre árboles milenarios
y su voz se pierde en la ramas:
grita al viento su pena, su añoranza:
pide a Nĩal su perdón.
Se ha marchado Häna a su casa,
la noche lo cubre todo.

Alguien salió
al bosque a cazar,
nadie lo vio:
se puso a cantar.

Es Ketzächil quien escucha su ruego,
compadecida se acerca al monarca.
Le habla con la voz de las flores,
le llama con cromáticas manos.
Lo lleva hasta borde del río
y le pide dormir, pronto amanecerá.
Luego debe buscar a su gente
y agruparla donde ha descansado:
será allí donde tengan su nueva morada.

Alguien salió
al bosque a cazar,
nadie lo vio:
se puso a cantar.


La luz le muestra el valle, el bosque,
el río. Las rocas de la orilla se elevan:
un risco tan grande y bien protegido
es lo que ve con el alba.
Corre hacia el bosque, cruza el sendero,
encuentra a su compañía diezmada
y la guía de regreso como la Diosas ordenó.

Alguien salió
al bosque a cazar,
nadie lo vio:
se puso a cantar.


Allí están, con el alma deshecha,
observando el refugio,
a su lado corre el Gran Río,
por el otro está el bosque,
sólo un pequeño paso
sirve de acceso al promontorio:
su pueblo a salvo estará allí arriba.

Alguien salió
al bosque a cazar,
nadie lo vio:
se puso a cantar.


El monarca está alegre
se puso a cantar,
felices todos ya son:
a salvo están.

27 septiembre, 2006

CANTO A LA MÁS BELLA DE LA HECHICERAS

Yaznäm, nada es un rey sin tu aprecio,
nada si tus labios callan;
un rey no tiene valor si no eres tú su reina.

Bella princesa, luz de Môngul,
la más noble de las hechiceras,
elegiste un caballero condenado a muerte,
convertiste un cristal en llamas,
no dejes morir tu fuego.

Yaznäm, ¿quién puede vivir sin ti?
¿Quién no ha muerto al buscar tu amor?
El infierno es más calmado que tus ojos…

Los Dioses observan a su hija,
no dejes sus lágrimas correr.
Ya Îrlazt en el barco duerme,
ya su cuerpo viajará al mar.
No abandones este mundo,
no le prives de tus finos miembros.
Peor castigo no existe que tu fin.

Yaznäm, ¡salvaste a tus hermanos!
Ni el Dragón quiso dañar tu piel:
murió perdido en tu belleza.

Deja ya tus negras lágrimas,
¿a qué condenar tu alma por un ser
alejado ya del mortal hombre?
Zuzpôin, tu padre, yace en lo profundo,
¡¿habrás de ir allá tú también?!
Hermosa dama, no nos dejes así,
lleno el espíritu de dolor.

Yaznäm preciosa, lindísima mujer,
tu trono está vacío,
tu mano ensangrentada,
tu reino no has perdido…
¿Quién ocupará tu lugar?
¿Quién si no fue Îrlazt
habrá de gobernar el mundo?

Yaznäm, divina entre los dioses,
tú eres Môngul y Môngul tú.
No fallezcas ahora, ¡Oh, la más sensual!
No te vayas… Yaznäm.

24 septiembre, 2006

LA ISLA SOLITARIA (Retazos)

I

Danzaba el viento alrededor de la calle hojalata,
cómo, es simple:
de la misma manera como lo hace el mar
cuando las gaviotas hacen su ritual
en la Isla Solitaria donde moran los Atlazianos;
danza al igual que la espuma roja
de El Abismo del Fin del Mundo:
cubre la tierra, eleva las flores,
invade el corazón del viajero.

Danza la Luna alrededor del Gran Templo,
allí donde oran los sacerdotes a Eítal preciosa.
Es falbuloso ver la noche:
el Reino de Xôlot; de Eítal, la bellísima diosa,
las Estrellas que coquetean con lo marineros del sur.

Cantemos juntos, a la orilla del mar.
Cantemos, que pronto hemos de ver la Gran Isla.
Vamos todos, moved los remos
o no llegaremos al hogar.

II

El Templo de Nôvar espera
el desfile de hombres armados.
Las banderas ondean
y las aves cantan
la llegada de los nuevos señores.
Ay, ay, ay, El Nuevo Hogar.

La Casa de Zounteo aguarda,
del gigante que permanece
sumergido en el este.
De allí parten las calles grises
hacia los cuatro vientos.
Ay, ay, ay, El Nuevo Hogar.

El Puerto está lleno de velas
que arribaron por miles,
les saludan los Märalz
desde la costa opuesta.
todos somos iguales...
mientras los Kintz no perescan
lucharán hasta la muerte.
Ay, ay, ay, El Nuevo Hogar.

La tierra se labra
al norte de la antigua Utûmia,
ahora que los atlazianos
llegaron del mar.
Se erigen su casas y templos.
Ay, ay, ay, El Nuevo Hogar.

Vengan, hermanos, en barcos cargados de hombre delgados
que arribaron desde Ätlaz, la isla de oriente, El Ojo del Pez.
Vengan, serán bienvenidos los Hijos de Dûrrai, la Adivina,
que por mares oscuros han navegado durante años.
Vendrán de la tierra más dolorasa que ha habido en Mível:
la hermana ciudad de Zarävia, la Blanca, la Ciudad de Mármol;
de Gôlverg, la Azul, la Ciudad de los Dioses y grandes guerreros,
de Utûmia, la Negra, el hogar de los Hijos del Lobo.
Ay, ay, ay, El Nuevo Hogar.

17 septiembre, 2006

EL BOSQUE DE ESPADAS (Fragmento)

De todos los lugares del mundo antiguo sólo uno continúa esparciendo terror a los habitantes de Mĩvel. Las canciones hablan de la ubicación del bosque, algunas de los estragos que ha causado, pero nadie ha escrito acerca de su origen. Aquel lugar se encontraba tan retirado de los reinos humanos que lo conocían muy poco gracias la las leyendas que magos y bardos decían.

El Bosque de Espadas se halla donde otrora se levantaban los edificios de la Magnífica Utûm antes de la creación del Sol Rojo. Los Kintz caminaban por la Tierra de los Hijos de los Dioses y lanzaron su ataque contra sus reinos. La gran cantidad de muertos alrededor de los muros de Utûm.

Era costumbre entre los Utumitas colocar las espadas de los muertos en las ramas de los árboles mientras que a los cuerpos los incineraban, pero la guerra hizo que la cantidad de armas colgadas aumentara rápidamente y pronto todo el bosque quedó lleno de ellas.

Incluso cuando la ciudad fue destruida y sus habitantes huyeron los sobrevivientes refugiados en el bosque y las montañas continuaron con esa costumbre. Entonces el poder de los Kintz envolvió todo el norte y los árboles comenzaron a morir, ya nadie pudo refugiarse en aquel lugar. Luego una maldición cayó producto de la furia de los Hijos de Nëktôkk y la maldad se apoderó del espíritu de todo ser vivo dentro de los linderos del bosque.

Aquellos que se atrevieron a entrar jamás volvieron, ni siquiera los que lo hacían en los alrededores para procurarse de un arma en tiempos tan difíciles como esos. Se dice que las almas de todos ellos han sido hechas prisioneras y sólo la muerte de los Kintz podrá liberarlas.

Los viajeros cuentas que por las noches el bosque brilla con luz proveniente de las espadas y que se puede ver a los muertos buscar víctimas para los Amos del Mundo.
Diario de Zuzpôin
4 de la Segunda Luna Llena, 2900 de la Tercera Edad del Sol Amarillo

12 septiembre, 2006

VINTRËZA

Por escuchar tu voz suspira el viento,
cual trinar melodioso de ave bella
que posada espera sobre el alféizar
tranquilo paso astral, nocturno cielo.

Tu figura en el lago esbelta veo,
bajo el bosque danzando cual princesa
porque acompaña al alba la primavera,
la portadora y dueña de mis miedos.

Te cubre suave corteza de nieve
mientras eterna tu alma en Mĩdheim vive;
ya recobra el valor el campo verde.

Espada en mano poderosa fuiste,
de nuevo enfrentarte los seres temen:
su conciencia, es tu voz, que los persigue.

VIRAJE

Vintrëza:

La caricia de tus manos,
el susurro otoñal en la noche;
tus labios mudos de amor,
la lucha entre un encuentro de miradas.

Tú me vences,
mi ausencia te extraña.
A veces el canto del ave
sangra mi cuerpo.
¡Que termine mi martirio!

¿Dejar a las llamas crecer?
Su voz en el aire,
la nieve en ventisca,
la tormenta de invierno que abraza.

Caminar con su cuerpo en brazos,
dejar al llanto ser;
reír, jugar, correr:
virar hacia el sur
donde el Fuego gobierna...

Yaznäm:

El volcán encendido,
furiosa la tierra tiembla.
Tus ojos en los míos,
el estío interminable.

Me absorbe el desierto rojo,
se levanta de la tumba el sentimiento.
La arena vuela en mi boca.
¡Que renazca mi llanto!
¿Dónde ha quedado la humedad de antaño?

¿Dejar soplar al Viento?
Lluvia de estrellas cristalizadas,
la entrada al vacío,
el verano insistente:
caer, dormir, amar.

Me libera su mirada,
deja al alma salir...
Y me quemó,
virar al cielo...
El tacto de su cuerpo,
la flama azul en la roja nieve;
nuestros cuerpos enlazados,
esperanza y creación.
El Invierno retorna en cálidos copos.

10 septiembre, 2006

DIVINIZACIÓN DE YAZNÄM E ĨRLAZT

Camina la bella Yaznäm,
ligeros su pies la guían
por fríos senderos de Nôrmant.
Lleva su amado hasta morir ella.
Fallece su delicada figura
sobre la eterna nieve.

Con blancas plumas desciende
Aĩrn, hijo viajero del Viento,
toma los cuerpos que unidos
por hielo descansan;
los levanta con fuerte batir de alas
pues llorosos reclaman los Dioses.

Vuelan las grandes aves
a las Estancia Divinas desde Mĩvel.
Allá viaja la princesa de Môngul,
allá va el Nuevo Rey.
En el Palacio de Plata
velados serán los mortales.

Entonan cánticos los Grandes:
imploran el alma de sus hijos:
de Ĩrlazt caballero nacido en la noche
bajo el amparo lunar de Eîtal,
la de blanco ropaje y cabello,
y con la fuerza imponente de mar,
el profundo reino de Närahal;

de Yaznäm princesa, nacida
en los bosques de eterno follaje,
hija de Vîkxu, la hermosa
con dolorosos ojos brillantes,
y de Altërian humilde,
del valor dueño.

Hermosas doncellas recogen las armas
bañadas en sangre de efímero seres.
Funden el hierro, funden la plata,
unen las piezas de ricos metales;
tan fuerte armadura forjaron
en casa de Dioses.

La lanza cogen y el escudo,
con zafiros adornan la espada;
la doble hacha se ha hecho;
el yelmo, la daga, todo está listo.
En el lecho de combatientes
descansa la tejida cota de malla.

Tejen ropajes de finos colores
con las más poderosa telas;
corre el hilo, gira la rueca:
el vestido y el velo son diseñados.
Trabajan de día y de noche
sirenas, ondinas, incluso las Oras.

En el cielo la uva es cortada:
se hace el más rico vino.
Preparan platillos tremendos:
las bestias se sacrifican
para ser alimento precioso
de los hijos velados.

Toma Fûlkarp su vara de fuego,
por Akĩx la maza en llevada,
espera la orden Nîal
con el arco tensado,
Närahal porta la espada,
su furia desata el poderoso.

Los Dioses alistan la forja,
marchan al Nĩfheim por guerra.
La puerta destrozan:
la sierpe ha muerto.
Allí Häna los aguarda,
tremenda batalla inicia.

Han de caer Avôp, Rojo Sol,
e Ĩxkik, mensajero divino,
allá van Niërkla, domadora del alma
y Ĩkotx, el Oso Polar.
Y Väintar, Ĩmporlt y Hĩntal,
descendientes de Nêktôkk.

Entonces juramento prestan
los hijos de Kintz poderosos.
Retornan las vagabundas almas
de Yaznäm e Ĩrlazt.
Preparada se encuentra la fiesta
para la vuelta de los queridos.

Reacciona primero la bella:
la llama en sus ojos se enciende
y el calor que desprende,
genera la vida en su lecho.
A su lado yace el caballero,
duerme tranquilo el Dios.

Yaznäm le abraza llorando,
sus lágrimas mojan el rostro.
Abre los párpados llenos de agua
-el mar profundo vuelve a nacer-;
divinos los labios recorren su cara
mientras miradas deseosas se aman.

A ellos terrible grito llega,
en Môrvel ha muerto Kĩrar:
venció la blanca Vintrëza,
doncella con Voz de Viento.
Toman sus ropas dispuestas,
ya salen a perenne jardín.

Los Divinos hacen concilio,
al centro se sientas los príncipes,
miran el círculo temerosos.
Allí se levanta Fûlkarp,
alza la mano y saluda,
vetusta se escucha su voz:

“Han vuelto a la vida
los hijos divinos amantes.
En Mĩvel cumplieron bien,
ahora su destino continúen
habitando nuestras estancias,
ya bastante dolor sufrieron.

Este momento es suyo,
amarse es su misión:
que el fuego y el agua se unan:
como esposo, Yaznäm preciosa,
tendrás a Ĩrlazt guerrero;
tú a la más bella querrás”.

“Muchas cosas depara su vida,
unidos han de enfrentarlas.
Pero con Nĩal su hija vendrá,
deberá habitar con vosotros,
mas en ello no elijo yo
sino aquellos que han vuelto a nacer”.

Así habló Nĩal, Señor del Viento,
sobre Vintrëza, doncella guerrera,
y los amantes callaron,
pero en sus ojos tuvieron respuesta...
Las puertas se abren,
la cena será servida.

Y solos permanecen, de noche,
en el Palacio de Plata.
Allí reinarán hasta el fin de los días,
cuando la Llamada de Gôlverg
se escuche y mortales y Dioses
combatirán por última vez.

Así habitan en las alturas,
en Mĩdheim, Hogar de Dioses,
de los Cuatro Grandes,
y velan los cuerpos hermosos
mientras sus ojos cierran los lazos
que en Mĩvel no pudieron tener.

01 septiembre, 2006

BIENVENIDOS

El Mundo de la Gota es un lugar para recorrer (mentalmente quiero decir) y poder disfrutar de historias y aventuras más allá de lo conocido. Dos son las formas en que se presenta: Poesía y Prosa, claro. La primera son cánticos recogidos por los viajeros acerca de leyendas, personajes y lugares fabulosos hechos por los trovadores y bardos; la segunda es la Historia, tal y como se la conoce por todos los habitantes de Mível (excepto por los Hombres que han olvidado la mayor parte), escrita para aquellos que tengan interés en adentrarse en el Mundo hecho con dolor y sufrimiento, desde el inicio de los tiempos hasta las profecías del Fin de los Días.

Espero que sea de su agradado y vosotros también se aventuren por lo senderos que marcan las fronteras de los reinos, combatan al lado de los dioses y naveguen en los Mares Circundantes.

Escrito el día Katt - Trut Lûkränte (día Cuarto de la Tercer Luna Coronada)