15 abril, 2007

El Golfo de Rôzvarg

Y con su mano levantó el yunque para desafiar a sus enemigos, con la otra asió su bandera y la dejó ondear. Pero estaba solo porque sus compañeros habían perecido el día anterior y su enemigo se contaba por millares. Subió a la última de las Montañas Ovëru, las Montañas de Acero, con furi a en los ojos. Entonces lanzó un grito: su desafío de guerra que indicaba al adversario que faltaba uno por vencer, e invitándolos a combatir.

Del campamento ubicado al norte vinieron las notas y redobles de trompetas y gumgz aceptando el desafía. Los soldados despertaron, vistieron sus ropas, ciñeron sus armas, se formaron y avanzaron confiadamente hacia su oponente. Brillaban con la luz de Avôp, parecía un ejército de llamas. La tranquilidad en sus ojos fue rota por el clamor de Rôzvorg y el juramento lanzado: ningún Rĩltzu quedaría en pie para la noche. Respondieron el grito, levantaon sus armas, prdieron la formación y se lanzaron al combate como si fueran una manda de bestias.

El primero en alcanzar la cima murió de un golpe, elsiguiente pereció igual, el tercero fue más torpe y tropezó, pero había más, muchos más que ascendían por la montaña, y aún otros que esperaban en terreno llano. Entonces Rôzvarg clavó el asta en el suelo, oró a los Dioses Menores y con las dos manos sujetó el yunque, en seguifa comenzó a golpear el suelo rocoso con toda su fuerza. Nada sucedió al principio, pero al sexto golpe la montaña se estremeció, luego las rocas comenzaron a desprenderse. Los Rĩltzuz del frente recibieron la creciente avalancha de nieve, roca y lodo proveniente de la cima.

El ejército emprendió la retirada y descendió tan rápido como pudo, para entonces ya muchos era los cuerpos destrozados que se perdieron en la profundidad del mundo. Pero Rôzvarg no cesó allí, había prometido la muerte de todos y lo cumpliría. Cambió su posición y continuó golpeando desde otro ángulo. Caía la roca y la tierra temblaba. Las aves volaron espantadas y las bestias terrestes huyeron. Entonces el suelo se agrietó junto a la montña y la fisura contunió hasta la cosata, luego se fue agrandando y hectárea enteres se hundieron permitiendo al agua penetrar en ella.

Cuando el gigante paró de golpear más de media montaña había desaparecido bajo la tierra y por los derrumbes, miró hacia el norte y frentea él no había ya un ejército, nisiquiera tierra, sino un mar inmenso que lo cubría todo. Y así, antes del anochecer, el juramnto estaba cumplido. Satisfecho de su cometido levantó un túmulo al lado de la montaña para recordar a sus compañeros y al terminar se tiró tal cual era de largo sobre él y expiró con una sonrisa en sus labios.