13 diciembre, 2006

Cantos a la muerte de Vintrëza

I

Al término de la roja lluvia
las aves retornan a nidar
los escasos árboles muertos;
poblarán la tierra y los cielos
abandonados por la terrible destrucción.
Renacen las bellas criaturas
que olvidan su pasado moribundo.
El anegado valle recobra
el color y la vida anterior:
crecen las flores en tu tumba, Vintrëza.

Se han sembrado los cuerpos
para alimentar las bestias carroñeras del yermo.
Derramaron su vida los hombres,
los Poderosos lamentan
la muerte de su hijos finales;
los Grandes cobijo darán
a los elegidos en batalla:
¡cruel fin les diste, Vintrëza!,
amiga de bosque y ríos;
pero te has ido también.

En tu honor cantarán gestas
y la voz se elevará hasta el cielo
donde ya otros moran.
Danzaremos por Vintrëza
y gozaremos nuestra partida.
Los niños ya juega renovados,
los ancianos duermen con placidez;
pronto también nosotros disfrutaremos
las delicias en Mĩdyeim hermoso
donde ahora todo es paz.

Nadie olvidará la caída de Vintrëza,
Blanca Dama de Äiront,
pues orgullo de Nĩal eres,
doncella con la Voz del Viento.

Tú que venciste a los hombre,
tú que derrotaste viles Kärtoz,
tú que dominaste a los No-muertos,
tú que portaste orgullosa la espada Kandûrl,
tú amante de Ĩrlazt, de Närahal hijo,
danos la gloria que alcanzaste.

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