03 octubre, 2006

KÄZTIN OVËRÐI (El Castillo de Acero II)

II
La Creación de la Fortaleza

El monarca está alegre
se puso a cantar,
felices todos ya son:
a salvo están.

Han subido con los niños en brazos
y la espalda destrozada
por el peso de la lluvia
que cae desde el Mar de Estrellas
cuando lloran los Dioses.

El monarca está alegre
se puso a cantar,
felices todos ya son:
a salvo están.


En la noche una hoguera gobierna
el bosque y el Río Numôn,
ni medio pueblo logró salvarse
y las almas de los muertos
son enviadas al Mĩdheim
encomendándolas a Fûlkarp.

El monarca está alegre
se puso a cantar,
felices todos ya son:
a salvo están.


Con la fuerza de sus brazos
mueven la roca y la ordenan
hasta crear poderosos muros,
tan fuertes como si Nôvar mismo
los hubiese hecho con su poder.
Otro ataque no temen arrinconándose.

El monarca está alegre
se puso a cantar,
felices todos ya son:
a salvo están.


El bosque proporciona sus casas,
el río su alimento y la tierra su corazón.
Las armas de los suyos son fundidas
para revestir los muros
y unirlos con argamasa indestructible.
Terrible es su labor diaria
mientras los niños asoman las cabezas
en espera de los "demonios".

El monarca está alegre
se puso a cantar,
felices todos ya son:
a salvo están.


El Castillo hecho de acero está listo,
los difuntos serán sus protectores,
y brillará desde las alturas
para demostrar al mundo
la unión del Hombre con la Naturaleza
hasta que los tiempos cambien
y los corazones se corrompan de nuevo.

El monarca está alegre
se puso a cantar,
felices todos ya son:
a salvo están.


El tiempo sigue su curso mortífero
y las estaciones regresan
con el derramamiento de más sangre,
los arroyos se tornan escarlatas:
pronto volverán a atacar
los Hombre-murciélagos
que no han saciado su sed.

El monarca está alegre
se puso a cantar,
felices todos ya son:
a salvo están.


Cien guerreros defienden la fortaleza,
cien soldados que se salvaron de la catástrofe
para enfrentarse a una peor:
la ira de aquellos que envidian
la armonía de los otros.

El monarca está alegre
se puso a cantar,
felices todos ya son:
a salvo están.


Han sobrevivido el embate,
el ejemplo dan
de la resistencia humana.
Hay que cantar.

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