29 septiembre, 2006

KÄZTIN OVËRÐI (El Castillo de Acero I)

I
La Derrota del Rey


Alguien salió
al bosque a cazar,
nadie lo vio:
se puso a cantar.

Portando el Escudo de Fërich,
con su larga barba partida,
el rey de la corte Fernĩka
con sus huestes marcha a occidente
desea un hogar para la gente
que confió en él al coronarlo.

Alguien salió
al bosque a cazar,
nadie lo vio:
se puso a cantar.

En el cruce de ríos dormía
resguardado por su tienda
cuando los hombres deformes
masacraron a su pueblo.
Ha huido, se encuentra diezmado,
penetra en el bosque solo.

Alguien salió
al bosque a cazar,
nadie lo vio:
se puso a cantar.


Su imagen es perseguida
por sombras diabólicas, son muchas,
que pretenden matarle.
Pero el rey valiente las enfrenta
hasta desfallecer bajo niebla.
Piensa en los suyos al despertar:
los cristales bajan raudos por la mejilla.

Alguien salió
al bosque a cazar,
nadie lo vio:
se puso a cantar.


Se encuentra entre árboles milenarios
y su voz se pierde en la ramas:
grita al viento su pena, su añoranza:
pide a Nĩal su perdón.
Se ha marchado Häna a su casa,
la noche lo cubre todo.

Alguien salió
al bosque a cazar,
nadie lo vio:
se puso a cantar.

Es Ketzächil quien escucha su ruego,
compadecida se acerca al monarca.
Le habla con la voz de las flores,
le llama con cromáticas manos.
Lo lleva hasta borde del río
y le pide dormir, pronto amanecerá.
Luego debe buscar a su gente
y agruparla donde ha descansado:
será allí donde tengan su nueva morada.

Alguien salió
al bosque a cazar,
nadie lo vio:
se puso a cantar.


La luz le muestra el valle, el bosque,
el río. Las rocas de la orilla se elevan:
un risco tan grande y bien protegido
es lo que ve con el alba.
Corre hacia el bosque, cruza el sendero,
encuentra a su compañía diezmada
y la guía de regreso como la Diosas ordenó.

Alguien salió
al bosque a cazar,
nadie lo vio:
se puso a cantar.


Allí están, con el alma deshecha,
observando el refugio,
a su lado corre el Gran Río,
por el otro está el bosque,
sólo un pequeño paso
sirve de acceso al promontorio:
su pueblo a salvo estará allí arriba.

Alguien salió
al bosque a cazar,
nadie lo vio:
se puso a cantar.


El monarca está alegre
se puso a cantar,
felices todos ya son:
a salvo están.

27 septiembre, 2006

CANTO A LA MÁS BELLA DE LA HECHICERAS

Yaznäm, nada es un rey sin tu aprecio,
nada si tus labios callan;
un rey no tiene valor si no eres tú su reina.

Bella princesa, luz de Môngul,
la más noble de las hechiceras,
elegiste un caballero condenado a muerte,
convertiste un cristal en llamas,
no dejes morir tu fuego.

Yaznäm, ¿quién puede vivir sin ti?
¿Quién no ha muerto al buscar tu amor?
El infierno es más calmado que tus ojos…

Los Dioses observan a su hija,
no dejes sus lágrimas correr.
Ya Îrlazt en el barco duerme,
ya su cuerpo viajará al mar.
No abandones este mundo,
no le prives de tus finos miembros.
Peor castigo no existe que tu fin.

Yaznäm, ¡salvaste a tus hermanos!
Ni el Dragón quiso dañar tu piel:
murió perdido en tu belleza.

Deja ya tus negras lágrimas,
¿a qué condenar tu alma por un ser
alejado ya del mortal hombre?
Zuzpôin, tu padre, yace en lo profundo,
¡¿habrás de ir allá tú también?!
Hermosa dama, no nos dejes así,
lleno el espíritu de dolor.

Yaznäm preciosa, lindísima mujer,
tu trono está vacío,
tu mano ensangrentada,
tu reino no has perdido…
¿Quién ocupará tu lugar?
¿Quién si no fue Îrlazt
habrá de gobernar el mundo?

Yaznäm, divina entre los dioses,
tú eres Môngul y Môngul tú.
No fallezcas ahora, ¡Oh, la más sensual!
No te vayas… Yaznäm.

24 septiembre, 2006

LA ISLA SOLITARIA (Retazos)

I

Danzaba el viento alrededor de la calle hojalata,
cómo, es simple:
de la misma manera como lo hace el mar
cuando las gaviotas hacen su ritual
en la Isla Solitaria donde moran los Atlazianos;
danza al igual que la espuma roja
de El Abismo del Fin del Mundo:
cubre la tierra, eleva las flores,
invade el corazón del viajero.

Danza la Luna alrededor del Gran Templo,
allí donde oran los sacerdotes a Eítal preciosa.
Es falbuloso ver la noche:
el Reino de Xôlot; de Eítal, la bellísima diosa,
las Estrellas que coquetean con lo marineros del sur.

Cantemos juntos, a la orilla del mar.
Cantemos, que pronto hemos de ver la Gran Isla.
Vamos todos, moved los remos
o no llegaremos al hogar.

II

El Templo de Nôvar espera
el desfile de hombres armados.
Las banderas ondean
y las aves cantan
la llegada de los nuevos señores.
Ay, ay, ay, El Nuevo Hogar.

La Casa de Zounteo aguarda,
del gigante que permanece
sumergido en el este.
De allí parten las calles grises
hacia los cuatro vientos.
Ay, ay, ay, El Nuevo Hogar.

El Puerto está lleno de velas
que arribaron por miles,
les saludan los Märalz
desde la costa opuesta.
todos somos iguales...
mientras los Kintz no perescan
lucharán hasta la muerte.
Ay, ay, ay, El Nuevo Hogar.

La tierra se labra
al norte de la antigua Utûmia,
ahora que los atlazianos
llegaron del mar.
Se erigen su casas y templos.
Ay, ay, ay, El Nuevo Hogar.

Vengan, hermanos, en barcos cargados de hombre delgados
que arribaron desde Ätlaz, la isla de oriente, El Ojo del Pez.
Vengan, serán bienvenidos los Hijos de Dûrrai, la Adivina,
que por mares oscuros han navegado durante años.
Vendrán de la tierra más dolorasa que ha habido en Mível:
la hermana ciudad de Zarävia, la Blanca, la Ciudad de Mármol;
de Gôlverg, la Azul, la Ciudad de los Dioses y grandes guerreros,
de Utûmia, la Negra, el hogar de los Hijos del Lobo.
Ay, ay, ay, El Nuevo Hogar.

17 septiembre, 2006

EL BOSQUE DE ESPADAS (Fragmento)

De todos los lugares del mundo antiguo sólo uno continúa esparciendo terror a los habitantes de Mĩvel. Las canciones hablan de la ubicación del bosque, algunas de los estragos que ha causado, pero nadie ha escrito acerca de su origen. Aquel lugar se encontraba tan retirado de los reinos humanos que lo conocían muy poco gracias la las leyendas que magos y bardos decían.

El Bosque de Espadas se halla donde otrora se levantaban los edificios de la Magnífica Utûm antes de la creación del Sol Rojo. Los Kintz caminaban por la Tierra de los Hijos de los Dioses y lanzaron su ataque contra sus reinos. La gran cantidad de muertos alrededor de los muros de Utûm.

Era costumbre entre los Utumitas colocar las espadas de los muertos en las ramas de los árboles mientras que a los cuerpos los incineraban, pero la guerra hizo que la cantidad de armas colgadas aumentara rápidamente y pronto todo el bosque quedó lleno de ellas.

Incluso cuando la ciudad fue destruida y sus habitantes huyeron los sobrevivientes refugiados en el bosque y las montañas continuaron con esa costumbre. Entonces el poder de los Kintz envolvió todo el norte y los árboles comenzaron a morir, ya nadie pudo refugiarse en aquel lugar. Luego una maldición cayó producto de la furia de los Hijos de Nëktôkk y la maldad se apoderó del espíritu de todo ser vivo dentro de los linderos del bosque.

Aquellos que se atrevieron a entrar jamás volvieron, ni siquiera los que lo hacían en los alrededores para procurarse de un arma en tiempos tan difíciles como esos. Se dice que las almas de todos ellos han sido hechas prisioneras y sólo la muerte de los Kintz podrá liberarlas.

Los viajeros cuentas que por las noches el bosque brilla con luz proveniente de las espadas y que se puede ver a los muertos buscar víctimas para los Amos del Mundo.
Diario de Zuzpôin
4 de la Segunda Luna Llena, 2900 de la Tercera Edad del Sol Amarillo

12 septiembre, 2006

VINTRËZA

Por escuchar tu voz suspira el viento,
cual trinar melodioso de ave bella
que posada espera sobre el alféizar
tranquilo paso astral, nocturno cielo.

Tu figura en el lago esbelta veo,
bajo el bosque danzando cual princesa
porque acompaña al alba la primavera,
la portadora y dueña de mis miedos.

Te cubre suave corteza de nieve
mientras eterna tu alma en Mĩdheim vive;
ya recobra el valor el campo verde.

Espada en mano poderosa fuiste,
de nuevo enfrentarte los seres temen:
su conciencia, es tu voz, que los persigue.

VIRAJE

Vintrëza:

La caricia de tus manos,
el susurro otoñal en la noche;
tus labios mudos de amor,
la lucha entre un encuentro de miradas.

Tú me vences,
mi ausencia te extraña.
A veces el canto del ave
sangra mi cuerpo.
¡Que termine mi martirio!

¿Dejar a las llamas crecer?
Su voz en el aire,
la nieve en ventisca,
la tormenta de invierno que abraza.

Caminar con su cuerpo en brazos,
dejar al llanto ser;
reír, jugar, correr:
virar hacia el sur
donde el Fuego gobierna...

Yaznäm:

El volcán encendido,
furiosa la tierra tiembla.
Tus ojos en los míos,
el estío interminable.

Me absorbe el desierto rojo,
se levanta de la tumba el sentimiento.
La arena vuela en mi boca.
¡Que renazca mi llanto!
¿Dónde ha quedado la humedad de antaño?

¿Dejar soplar al Viento?
Lluvia de estrellas cristalizadas,
la entrada al vacío,
el verano insistente:
caer, dormir, amar.

Me libera su mirada,
deja al alma salir...
Y me quemó,
virar al cielo...
El tacto de su cuerpo,
la flama azul en la roja nieve;
nuestros cuerpos enlazados,
esperanza y creación.
El Invierno retorna en cálidos copos.

10 septiembre, 2006

DIVINIZACIÓN DE YAZNÄM E ĨRLAZT

Camina la bella Yaznäm,
ligeros su pies la guían
por fríos senderos de Nôrmant.
Lleva su amado hasta morir ella.
Fallece su delicada figura
sobre la eterna nieve.

Con blancas plumas desciende
Aĩrn, hijo viajero del Viento,
toma los cuerpos que unidos
por hielo descansan;
los levanta con fuerte batir de alas
pues llorosos reclaman los Dioses.

Vuelan las grandes aves
a las Estancia Divinas desde Mĩvel.
Allá viaja la princesa de Môngul,
allá va el Nuevo Rey.
En el Palacio de Plata
velados serán los mortales.

Entonan cánticos los Grandes:
imploran el alma de sus hijos:
de Ĩrlazt caballero nacido en la noche
bajo el amparo lunar de Eîtal,
la de blanco ropaje y cabello,
y con la fuerza imponente de mar,
el profundo reino de Närahal;

de Yaznäm princesa, nacida
en los bosques de eterno follaje,
hija de Vîkxu, la hermosa
con dolorosos ojos brillantes,
y de Altërian humilde,
del valor dueño.

Hermosas doncellas recogen las armas
bañadas en sangre de efímero seres.
Funden el hierro, funden la plata,
unen las piezas de ricos metales;
tan fuerte armadura forjaron
en casa de Dioses.

La lanza cogen y el escudo,
con zafiros adornan la espada;
la doble hacha se ha hecho;
el yelmo, la daga, todo está listo.
En el lecho de combatientes
descansa la tejida cota de malla.

Tejen ropajes de finos colores
con las más poderosa telas;
corre el hilo, gira la rueca:
el vestido y el velo son diseñados.
Trabajan de día y de noche
sirenas, ondinas, incluso las Oras.

En el cielo la uva es cortada:
se hace el más rico vino.
Preparan platillos tremendos:
las bestias se sacrifican
para ser alimento precioso
de los hijos velados.

Toma Fûlkarp su vara de fuego,
por Akĩx la maza en llevada,
espera la orden Nîal
con el arco tensado,
Närahal porta la espada,
su furia desata el poderoso.

Los Dioses alistan la forja,
marchan al Nĩfheim por guerra.
La puerta destrozan:
la sierpe ha muerto.
Allí Häna los aguarda,
tremenda batalla inicia.

Han de caer Avôp, Rojo Sol,
e Ĩxkik, mensajero divino,
allá van Niërkla, domadora del alma
y Ĩkotx, el Oso Polar.
Y Väintar, Ĩmporlt y Hĩntal,
descendientes de Nêktôkk.

Entonces juramento prestan
los hijos de Kintz poderosos.
Retornan las vagabundas almas
de Yaznäm e Ĩrlazt.
Preparada se encuentra la fiesta
para la vuelta de los queridos.

Reacciona primero la bella:
la llama en sus ojos se enciende
y el calor que desprende,
genera la vida en su lecho.
A su lado yace el caballero,
duerme tranquilo el Dios.

Yaznäm le abraza llorando,
sus lágrimas mojan el rostro.
Abre los párpados llenos de agua
-el mar profundo vuelve a nacer-;
divinos los labios recorren su cara
mientras miradas deseosas se aman.

A ellos terrible grito llega,
en Môrvel ha muerto Kĩrar:
venció la blanca Vintrëza,
doncella con Voz de Viento.
Toman sus ropas dispuestas,
ya salen a perenne jardín.

Los Divinos hacen concilio,
al centro se sientas los príncipes,
miran el círculo temerosos.
Allí se levanta Fûlkarp,
alza la mano y saluda,
vetusta se escucha su voz:

“Han vuelto a la vida
los hijos divinos amantes.
En Mĩvel cumplieron bien,
ahora su destino continúen
habitando nuestras estancias,
ya bastante dolor sufrieron.

Este momento es suyo,
amarse es su misión:
que el fuego y el agua se unan:
como esposo, Yaznäm preciosa,
tendrás a Ĩrlazt guerrero;
tú a la más bella querrás”.

“Muchas cosas depara su vida,
unidos han de enfrentarlas.
Pero con Nĩal su hija vendrá,
deberá habitar con vosotros,
mas en ello no elijo yo
sino aquellos que han vuelto a nacer”.

Así habló Nĩal, Señor del Viento,
sobre Vintrëza, doncella guerrera,
y los amantes callaron,
pero en sus ojos tuvieron respuesta...
Las puertas se abren,
la cena será servida.

Y solos permanecen, de noche,
en el Palacio de Plata.
Allí reinarán hasta el fin de los días,
cuando la Llamada de Gôlverg
se escuche y mortales y Dioses
combatirán por última vez.

Así habitan en las alturas,
en Mĩdheim, Hogar de Dioses,
de los Cuatro Grandes,
y velan los cuerpos hermosos
mientras sus ojos cierran los lazos
que en Mĩvel no pudieron tener.

01 septiembre, 2006

BIENVENIDOS

El Mundo de la Gota es un lugar para recorrer (mentalmente quiero decir) y poder disfrutar de historias y aventuras más allá de lo conocido. Dos son las formas en que se presenta: Poesía y Prosa, claro. La primera son cánticos recogidos por los viajeros acerca de leyendas, personajes y lugares fabulosos hechos por los trovadores y bardos; la segunda es la Historia, tal y como se la conoce por todos los habitantes de Mível (excepto por los Hombres que han olvidado la mayor parte), escrita para aquellos que tengan interés en adentrarse en el Mundo hecho con dolor y sufrimiento, desde el inicio de los tiempos hasta las profecías del Fin de los Días.

Espero que sea de su agradado y vosotros también se aventuren por lo senderos que marcan las fronteras de los reinos, combatan al lado de los dioses y naveguen en los Mares Circundantes.

Escrito el día Katt - Trut Lûkränte (día Cuarto de la Tercer Luna Coronada)